“Trabajo durante todo el año gracias a los cruceros”, afirman los guías turísticos

Las diferentes industrias que giran en torno a la actividad crucerística en la Ciudad Condal despertaron hace poco con una inmejorable noticia. Según un informe de Port de Barcelona, el volumen de viajeros que llegaron por mar a la capital catalana desde noviembre de 2017 hasta marzo de este año –temporada baja- ha aumentado un 37% respecto al periodo anterior. Esta cifra corrobora a todas luces el esfuerzo de las navieras y del puerto en su avance hacia la desestacionalización.

Uno de los colectivos que más celebra los datos aparecidos en este informe es el de los guías turísticos. “Sencillamente, es lo mejor que nos puede pasar”, afirma Carles Picazo, de 56 años y uno de los fundadores de Barcelona Guide Bureau, agencia especializada en excursiones y visitas guiadas en Barcelona y Catalunya, que arrancó su actividad en 1990 y al que TripAdvisor lleva otorgando cada año el certificado de excelencia desde 2013. A día de hoy, BGB cuenta con unos 40 guías en plantilla –aunque para cubrir puntas de demanda recurre a una base aproximada de otros 500- y trabaja con más de 22 idiomas a lo largo del año.

Según las estimaciones de Picazo, cicerone desde los años ochenta, los guías oficiales en activo habilitados por Turisme de Catalunya a lo ancho y largo de la comunidad ascienden a 1.800. Un amplísimo equipo de profesionales que son los máximos responsables de presentar el territorio al resto del mundo, de facilitar las primeras –y quizá segundas y terceras- impresiones de la región que los turistas se llevarán de vuelta a sus casas, de representar a una capital acogedora, amable e integradora, de dar a conocer sus miles de historias, de contextualizarlas, y de desvelar aquellos secretos que se han escondido durante siglos bajo las piedras de ciudades y pueblos catalanes. Los guías son sin duda los grandes descubridores, prescriptores y embajadores del territorio.

“Es una magnífica noticia. La temporada del crucero se alarga y el trabajo de los guías, como el de otras industrias, puede seguir vivo y activo en Barcelona a lo largo del año entero”, aplaude Sara Aran, directora del departamento de ‘Tours’ y ‘Turnarounds’ de BC Agency, tour operador de servicios en tierra para navieras con más de 35 años de experiencia a sus espaldas y que, en la actualidad, ocupa a 134 guías todo el año. Aran aprovecha para romper una lanza en favor de las navieras por su enorme empeño en la lucha contra el intrusismo en el sector de los guías turísticos (existen empresas que ofrecen ‘tours’ gratuitos –funcionan con las propinas- o que emplean a guías no oficiales, menoscabando así el oficio): “Las compañías de cruceros establecen un rigurosísimo control en este sentido y son muy fieles a las consignatarias que trabajan con guías oficiales, pues buscan garantizar un servicio íntegro y de la mayor calidad a sus clientes, además de dignificar la labor del guía”.   

Carme Madorell, guía profesional

Carme Madorell es, a sus 52 años, una cicerone de grandísima trayectoria que vive su profesión con la misma entrega y pasión con la que arrancó en su primer día. Cuenta que ha conocido a guías turísticos que ejercían como tales durante la temporada alta y, a lo largo del periodo invernal, trabajaban de profesores en la escuela de Turismo, se dedicaban a la traducción o incluso tenían sus propios negocios totalmente ajenos la actividad turística, como una tienda de ropa. “Ahora sí que nos podemos dedicar a esto al 100%”, asegura.

“Además, los americanos y los nórdicos evitan ya cogerse las vacaciones en julio o agosto, y saben que en Barcelona y sus alrededores encontrarán un amplio abanico de ofertas de todo tipo los 365 días del año”, prosigue Madorell, quien también insiste en la importancia de la democratización del turismo por mar. “Antes, el crucero era un producto exclusivo, un mito absolutamente enfocado al sol, la playa y la piscina. Pero hoy en día las dinámicas han cambiado: por un lado, estos hoteles sobre agua están al alcance de mucha más gente y, por otro, los visitantes de crucero tienen otras inquietudes e intereses, más orientados al consumo de cultura y gastronomía”, explica. Como consecuencia de lo segundo, los recorridos del guía turístico también se han ampliado y diversificado, traspasando las fronteras de los circuitos habituales y rompiendo con la rutina modernista-gaudiniana. “Y hay que tener en cuenta que el interés del turista tiende cada vez más a ser experiencial”, remata Carles Picazo.  

¿Qué se necesita para ser un buen cicerone? Picazo lo tiene claro: conocimientos teóricos y prácticos (habilidades comunicativas, psicología y comprensión de la dinámica de grupos), dominio de idiomas y, por supuesto, actitud (imagen, disposición). “Amén de paciencia y puntualidad”, comenta sonriente. Por su parte, Madorell añade a estas aptitudes una constante inquietud por las novedades culturales y artísticas relacionadas con el territorio, junto con una buena dosis de empatía y trato humano: “Un guía puede ser una enciclopedia andante, pero tiene que saber descifrar lo que el turista necesita, adelantarse a él, saber motivarlo y saber transmitirle la información que busca, con criterio pero también con diversión. Hay que hacerle vivir una experiencia única”.

Los protagonistas de este artículo atesoran un sinnúmero de anécdotas e historias personales que han recogido a lo largo de tantísimos años de profesión. Carles recuerda con humor aquel día en que recibió a un político europeo durante las obras de los Juegos Olímpicos. Desde el castillo de Montjuïc, mientras admiraban las vistas sobre la ciudad, el mandatario le hizo una reflexión en voz alta: “Creía que Barcelona era un pequeño pueblo de pescadores…”. Transcurridos treinta años, Picazo lo tiene claro: “Hoy ya somos el primer puerto del Mediterráneo y el cuarto del mundo en tráfico de cruceros. Eso constituye un apoyo económico vital para nuestra ciudad”.

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