Los cruceros impulsan la gestión circular de los residuos en colaboración con empresas locales

por Mar Claramonte

En su firme compromiso con la sostenibilidad y la promoción de un turismo respetuoso y comprometido con el medioambiente y el territorio, la industria de los cruceros está volcada en impulsar la economía circular. Y lo hace, principalmente, a partir de una rigurosa estrategia en la gestión de los residuos que generan sus flotas. De hecho, los buques de crucero están dotados de sofisticados sistemas que permiten el aprovechamiento de casi el 100 % de los desechos generados a bordo a través de su eliminación, reutilización, reciclaje y transformación. 

¿Cuál es el marco legal que regula este aspecto de la operación? ¿Cómo se gestionan los residuos en el puerto? ¿Cómo se promueve la economía circular? A estas y otras cuestiones trataremos de responder en una serie de artículos centrados en la gestión de los residuos.

Las compañías de crucero ponen todo su empeño para garantizar que los residuos plásticos generados a bordo en ningún caso acaben en el mar y siempre se almacenen debidamente separados del resto -vidrios, cartones, desechos orgánicos…- hasta poder ser descargados en puerto.

Las embarcaciones de crucero siguen numerosos y estrictos protocolos de recogida y separación de los residuos a bordo. Cuanto más moderno es el buque, mejor se gestionan, ya que dispone de avanzadas instalaciones para agilizar esas tareas. Además, hoy en día las navieras cuentan con un departamento de medioambiente comandado por la figura del Enviromental Officer, una figura clave en los cruceros que vela por la sostenibilidad en el uso de todos los recursos (agua, energía, etc.) y garantiza que toda la tripulación sigue escrupulosamente los protocolos en materia de tratamiento de residuos. 

Las compañías de crucero hacen un gran esfuerzo para segregar los residuos con gran detalle y garantizar que una vez estos se descarguen en el puerto bajo un estricto control –lo que es obligatorio para todo tipo de naves—tengan nuevos usos a través de la reutilización y el reciclaje. Los residuos se convierten de esta manera en nuevos recursos y se reintroducen en la cadena de valor. 

Un convenio internacional aprobado por la OMI

Desde 1973 existe un convenio internacional MARPOL* que vela por la prevención de la contaminación del medio marino durante la travesías de los barcos, tanto por factores de funcionamiento como accidentales. Fue aprobado por la Organización Marítima Internacional OMI (en inglés IMO), organismo de las Naciones Unidas que promueve la cooperación entre estados y la industria del transporte para mejorar la seguridad marítima y prevenir la contaminación marina, y que debe ser escrupulosamente respetado por todo tipo de navieras. 

Los residuos sólidos son empaquetados en un barco de Costa Cruceros a la espera de ser entregados en puerto (Foto: Costa)

El convenio MARPOL obliga a los capitanes de buques que atracan en los puertos a comunicar la cantidad y tipo de residuos transportados, así como a entregarlos en las instalaciones receptoras adecuadas a cada tipo de residuo. En este sentido, cabe destacar que en España hace casi una década se implantó una medida pionera: al entrar en cada uno de sus puertos, todos los barcos han de pagar una tasa obligatoria de residuos según el volumen de la embarcación, y a partir de ahí pueden descargarlos sin límite. Eso sí, exigiendo una trazabilidad total que comprueba escrupulosamente la capitanía general del puerto. La implantación de la tasa obligatoria incentivó aún más el correcto tratamiento de los residuos.

Operadores altamente especializados

En el caso del Port de Barcelona, es el momento en el que entran en juego empresas locales especializadas en el proceso de recepción y gestión integral de los desechos que cuentan con instalaciones de vanguardia en el mismo puerto. Cada una de ellas lleva a cabo el valioso cometido de ‘trazar’ cualquier tipo de residuo y reintroducirlo de nuevo en la cadena de valor, además de certificar dichos procesos encaminados a la economía circular. 

El primer paso que siguen los buques de cruceros es, 24 horas antes de recalar en el puerto, avisar por correo electrónico al consignatario (representante en tierra de la naviera) del Port de Barcelona con el que trabajan que necesitan servicio de MARPOL, junto con una previsión de lo que van a descargar y a qué hora. A partir de ahí, el consignatario registra los datos, informa a la capitanía del puerto y contacta con la compañía de gestión de residuos correspondiente, que prepara la operativa. El día y la hora señalada, estas compañías envían sus camiones y en algunos casos concretos, gabarras (pequeñas embarcaciones), para realizar la descarga de residuos, que suele durar entre una y dos horas. 

Una gabarra desembarca residuos procedentes de un crucero destinados a ser reciclados (Foto: Adobe)

A continuación, esa carga se traslada a la planta de tratamiento de la compañía especializada en MARPOL con la que tiene contrato la naviera del crucero, ubicada en el mismo puerto, donde se procede a hacer una segregación pormenorizada de los residuos y los prepara para transformarlos en materias primas para la industria.

En definitiva, es clave la colaboración con los operadores en tierra que se encargan de recoger, clasificar, tratar y valorizar lo que se conoce en el argot como residuos MARPOL (acrónimo inglés de Maritime Pollution). Los residuos originados en las embarcaciones se convierten en nuevos recursos. Una vez tratados, se aprovechan, adquieren un valor monetizable y se reintroducen en la economía.

Foto Portada: MSC Cruceros

* El convenio MARPOL está dividido en seis anexos: MARPOL I trata de los hidrocarburos (aguas y aceites con restos de petróleo); MARPOL 2 abarca aquellas sustancias nocivas líquidas transportadas a granel; MARPOL 3 se refiere a sustancias perjudiciales transportadas en paquetes, contenedores, tanques portátiles y vagones tanque; MARPOL 4 comprende las aguas sucias de los buques: los desagües y otros residuos procedentes de cualquier tipo de inodoros; MARPOL V agrupa las basuras sólidas de los buques, ya sean restos de alimentos -salvo el pescado fresco, que vuelve al mar-, así como plásticos, vidrio, cartón, madera… y MARPOL 6 (contaminación atmosférica).

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp

Otras entradas